martes, 3 de febrero de 2015

Capítulo catorce

La cabeza se te partía. No habías dormido nada ya que tu noche se había basado en llanto, llanto y más llanto. Seguías sin entender por qué todo tenía que volver a vos. A él. Otra vez.

Lo había cambiado todo hace tres años. Todo. Cuatro días le habían bastado para hacerte la mina más feliz y para romperte en mil pedazos. Habías pensado que con él todo podía cambiar. Capaz era el tren ese que dicen que pasa solo una vez y vos no lo ibas a dejar pasar, pero ahora te repetías todos los días que lo mejor hubiera sido ni arrimarte a la estación.

Por lo menos tus ojos se abrieron a tiempo y te dejaron a la vista de que ese no era tu tren, y pudiste bajarte antes de que terminara su recorrido en una vía sin terminar. Pero hoy todo parecía volver. Todo era un flashback, un deja vú. La única direfencia es que este flashback venía recargado a la décima potencia. Emociones mucho más fuertes, sentimientos que te atrapaban, te envolvían y te llevaban a un lugar donde querías estar aunque sabías que no debías ni podías estar ahí.

Harta de pensar, de recordar, de llorar y de toda tu noche básicamente, te dispusiste a levantarte y cambiarte para ir a hablar con Federico.

Te ibas.

Chau.

Necesitabas un descanso, un solo día había sido suficiente para agotarte de todas las formas posibles e imaginables (inimaginables también). Un fin de semana al mes aprovechabas para irte a tu departamento en el centro de la ciudad. Aprovechabas la soledad para salir a caminar, salir con tus amigos a bailar y cosas como esas.

Sacaste tu culo (cara y cuerpo en general) desastroso de la cama y te dirigiste al armario a vestirte. El día estaba nublado, frío y, en conclusión, estaba en perfectas condiciones para que tu estado de ánimo mejorara. Amabas los días así. Ayer (y durante casi toda la semana) la humedad y el calor se habían hecho presenten en París transformando una semana de pleno invierno en una semana digna de finales de marzo. Parecía que era primavera, si las copas de los árboles no se encontraran desfolladas y sin una solo hoja en sus ramas. En fin, el calentamiento global no va a terminar matando a todos, bah si nosotros no empezamos a cuidar más el mundo que tenemos nos vamos a terminar suicidando todos.

Bueno, visto el paisaje parisin adornado de tonos grises hoy, por el ventanal de tu habitación fuiste en busca de tu iPhone para chequear la temperatura.

Uau.

Cuatro grados!

Sí.

Lindo, lindo, lindo.

Era el día ideal para disfrutar un paseo por los Jardines Luxemburgo o el Jardin du Luxembourg, en francés. Aiiss, cómo amabas el francés. Sin duda era el idioma más hermoso del mundo. Igual que el español clásico. Ambos eran dos de los tres idiomas (además del español "argentino" básicamente) que hablabas con fluidez y conocías del derecho al revés, aunque siempre había más para aprender y eso te encantaba. El tercero era el inglés.

Sin embargo el francés te envolvía en su pronunciación, en su sentimiento. Te podían decir "sucer ma bites" y parecer que te decían el más hermoso poema. Todo sonaba bonito en francés. Todo... Beau.

Ah.

No ahora cuando querés irte para despejarte. Para olvidar. Para reconstruir tu muralla. Para encontrar el eje de nuevo. Definitivamente, NO AHORA.

Bloqueaste tus recuerdos (y no solo los de anoche) y fuiste al baño a higienizarte un poco. Lavaste tu cara para quitar las ojeras. Imposible. Suspiraste. Tendrías que maquillarte, al fin y al cabo.
Volviste a mirarte al espejo. Tu cabello era un asco. Puuff. Suspiraste de nuevo.

Cerraste los ojos un momento y te inclinarse hacia delante sosteniendo tu peso sobre tus manos que estaban apoyadas sobre el lavabo. Largaste una larga bocanada de aire.

Dios. Tenías que irte con urgencia de esta casa, solo un par de días.

Te hiciste un rodete con tu propio pelo y buscaste el poco maquillaje que tenías en la casa de Pedro. Te volviste hacia el espejo y empezaste tu tarea.

Primero colocaste cubre ojeras al rededor de tus ojos, pusiste un poco de rímel en tus pestañas que, ya eran de por sí largas, quedaban aún más largas y negras que de costumbre. Te colocaste rubor (apenas) en las mejillas para quitar el blanco tiza que dominaba tu cara.

Te miraste al espejo. Mejor. Mucho mejor. O sea, habías tenido días mejores pero peor era nada.
Una vez satisfecha con el aspecto de tu rostro te dirigiste al armario de tu habitación y buscaste qué ponerte. Finalmente te decidiste por unos chupines en tono marrón hueso, una remera blanca apenas al cuerpo y una pañuelo en combinaciones marrones y naranjas. Fuiste al baño (sí, de nuevo) y miraste tu cabeza en el reflejo del espejo, tomaste una gomita de pelo negra que se encontraba arriba del lavabo y te lo recogiste en una coleta aunque dejaste varios mechones de pelo fuera que caían sobre los costados de tu frente y algunos (casi) sobre tus ojos. Satisfecha con el "peinado", buscaste tu mochila de cuero negra y metiste tu iPhone, el cargador, los auriculares y el libro que tenías sobre tu mesa de noche. Te pusiste unas botas acordonadas marrones caña media y tomaste de tu armario una campera en verde amarronado. 

Ya lista tomaste tu mochila y saliste de la habitación en busca de Fede. No tuviste mucho que buscar, ya que entraste a la cocina y lo viste sentado en unas de las banquetas que acompañaban la isla del centro de la cocina.

- Está bien, ya te lo dije.

Lo escuchaste decir a la persona con la que hablaba por celular.

- Que sí te digo. - siguió, esta vez un poco exasperado. - Está durmiendo. No, no tiene entrenamiento esta semana. - suspiró. -  Porque pidió unas fechas libres.

Se dio vuelta para bajarse de la banqueta y sus ojos se cruzaron con los tuyos. Te hizo una seña para que lo esperaras un minuto, vos le sonreiste en respuesta y te dispusiste a prepararte un té. Necesitabas tomar algo antes de irte, tu estómago lo pedía a gritos.

Mientras el agua se calentaba, Fede te tocó el hombro para que te dieras vuelta. Tenía tu mochila (que habías dejado en el suelo al entrar a la habitación) con su mano desocupada y te la enseñaba con un gesto de confusión en su cara. Le susurraste que cuando terminara de hablar le explicabas.

- Sí. Que sí, mamá. - vaya hablaba con Ana. - Mamá. Mamá podés parar ya por favor. Tengo que cortar. - Fede suspiró ya cansado. - Bueno ma, yo le digo que te llame. Ahora te dejo que tengo que hablar con Paula. Sí, está justo a mi lado.

Sonreiste. Ana era la mina más buena del mundo. La habías conocido hace unos meses cuando acompañaste a Fede a la casa de sus padres a buscar unas cosas. Habías estado nerviosa por conocer a sus padre pero tanto Ana como Horacio te habían recibido de lo más bien, agradecidos con Fede por llevarte y presentarte de una vez con ellos ya que Pedro nunca lo había echo. En fin, lo que parecía que sería una cita corta terminó siendo una almuerzo y tarde acompañado de Ana, Horacio y Fede agasajandote de mil maneras distintas.

Los padres de Pedro y Fede eran dos personas del todo humildes, sencillas y discretas. A pesar de su gran fortuna por el trabajo de Horacio, ambos se mostraban completamente como personas normales. Podrían ser el vecino, padre o abuelo de cualquiera. Habían preguntado por tu trabajo, cómo habían sido tus estudios, tu vida diaria y muchas otras cosas. Vos te interesante mucho en el trabajo de Horacio. Te había parecido de lo más interesante.

Alfonso Enterprises & Holdings no abarcaba solo el negocio de la construcción de grandes hoteles, edificios con apartamentos de lujo, centros culturales; o el mercado de las telecomunicaciones. No. Horacio Alfonso era un hombre... ambisioso? Sí, puede ser, pero vos lo definías como un hombre curioso que quiere saber todo de todo y eso te encantaba. Te comentó que le había interesado mucho la idea de invertir en una cadena de restaurantes. De ahí había salido por boca de Federico el hecho de que a vos se te daba muy bien la cocina. Horacio se había sentido muy intrigado al respecto y te preguntó mucho sobre el tema. Esa charla se te dio de lo más bien ya que tu mamá y tu abuela te habían enseñado todo sobre cocina y lo relacionado. Conocías el mercado de "pe" a "pa" porque lo habías investigado desde pequeña aunque tu padre (después de la muerte de tu mamá) no te apoyó nunca. En fin, ese día sí que había sido de lo más bueno. Desde entonces los veías de vez en cuando su ibas con Fede a la casa o Ana solía llamarte para saber cómo andabas. Te hacía acordar mucho a tu mamá y la habías aprendido a querer ni bien la conociste.

Volviste a la realidad cuando Fede te tocó el hombro.

- Mi mamá te manda un beso y dice que la llames.

Largaste una pequeña risita, seguro que eso último se lo había dicho en tono de reproche porque hacía varias semanas que no hablabas con ella.

- Sí, estas últimas semanas me olvidé de hablar con ella. Estaba muy enojada?

- Ya se le va a pasar. Ahora, señorita, no trate de esquivarme el tema. A qué se debe la mochila.

A todo esto vos ya estabas con tu taza de té en la mano.

- Me voy, Fede. Necesito un respiro. Será solo el fin de semana. El lunes me tenés acá de nuevo. - dijiste respondiendo a su pregunta.

- Es por lo que pasó ayer con Pedro, no? Este pendejo. Es para matarlo. Anoche te hizo algo verdad?
- Uou, uou. Pará Fede. No es por eso, es solo que estoy muy cansada, mucho stress. Quiero un respiro. Además sabés que me tomo un fin de semana al mes.

MENTIRA, te gritó tu subconsciente que te miraba mientras golpeaba el pie en el piso con los brazos en jarras pegados a la cadera. Tenía razón, vos y ella (tu subconsciente) sabían perfectamente que lo hacías para alejarte de Pedro y recobrar la compostura.

Suspiró.

- Sí tenés razón. Perdona. - dijo medio apenado y exhalando derrotado. - Lo que pasa es que lo de ayer me agotó, sobre todo el hecho de que Pedro la cagara tanto con vos.

Le ragalaste una sonrisa. No era el único.

- Está bien Fede, no te disculpas que no tenés por qué. Ya pasó. Y lo de ayer... olvidatelo, no fue nada. Ahora, si no te molesta me voy llendo. Quiero aprovechar el fin de semana al máximo. - y terminaste la oración giñándole un ojo.

Fede soltó una fuerte carcajada.

- Claro. Cómo no lo pensé antes. Día nublado, frío, viento. Este es uno de tus días, sobre todo porque es perfecto para terminarlo tapado hasta las ojos mirando alguna serie o película romántica, comiendo chocolate, o no? - levantó una ceja inquisidora.

Y ahora la que carcajeó eras vos.

- Siempre. - respondiste sonriendo.

- Bueno Chaves, ahora vamos que la acompaño hasta la cochera a retirar su auto.

Fede te tendió el brazo para que enrroscaras el tuyo en el de él. Volviste a carcajear pero le seguiste el juego.

- Muchas gracias caballero. - dijise inclinando la cabeza.

- El honor es todo mio madame. - respondió realizando una leve inclinación.

Riendo se dirijeron al garaje. Al llenar te subiste a tu auto mientras Fede abría el portón y te decía que le avisaras cuando llegaras.

Le regalaste una última sonrisa y arrancaste. Cuando llegaste a la carretera largaste una larga bocanada de aire.

- Bien Paula, es hora que recobres la compostura. Lo que pasó ayer no puede volver a pasar. No más. Nunca más. - y sonreiste irónica porque fue lo mismo que te repetiste tres años atrás. - Ya te enamoró una vez Paula, no podés dejar que lo haga de nuevo. La última te dejó el corazón partido en millones de partes. Te engañó, te mintió, se te cagó de risa en la cara. - lágrimas de bronca empezaron a caer por tus ojos. - Nunca más me voy a enamorar de vos Pedro Alfonso.

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Y acá estamos otra vez. Chotísimo el capítulo de hoy. CHOTISIMO, pero es lo que me salió.
Bueno, espero que disfruten la novela tanto como yo disfruto hacerla. Comenten por favor, no les cuesta nada; no es que me quiera forrear pero comenten porque sino voy a dejar de subir.

Bueno eso no más, los quiero.

Nare @nare_pauchaves.

PD: te puse el beau Fátima, así q no te quejes.

PD 2: ustedes entiende que Romina Gaetani se baja de Noche y Día y yo me quiero cortar las venas con una tira de pan. O sea no se puede ir *llora desconsoladamente*, encima el pelotudo de Vico con la trola de Mendoza... Aaiisss los odio.

PD 3: Gordas fans/escritoras y Agos, las amo con el alma, soy nuestra fan. Este capítulo es para ustedes.

PD 3: Candelaria dejá de ortivarte y escribí algo lindo por favor.

PD 4: Read this

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viernes, 23 de enero de 2015

Capítulo trece

LEER, POR FAVOR, EL COMENTARIO AL FINAL DEL CAPÍTULO. ES IMPORTANTE.

Tu celular sonó (aunque no te diste cuenta de ello hasta que empezó la letra de la canción) y tus neuronas volvieron a conectarse (o a hacer corto circuito, ya no sabías bien). Te alejaste de Pedro para alcanzar tu iPhone antes que la llamada se cortara. Suponías que debía de ser importante para llamar a estas horas.

- No! Dejalo sonar. - Pedro te había tomado del antebrazo obligándote a girar para mirarlo.

- Pedro, por favor, fue suficiente. Por favor.- suplicaste mirándolo.

Pedro sonreía y por primera vez entendías el por qué. Él sabía que tu suplica no era en realidad porque te molestara el hecho de que estuvieran tan cerca, sino porque te gustaba. Mucho. Y él lo sabía. Será su instinto masculino o algo, pero la cosa es que lo sabía, y eso te ponía los pelos de punta.

- Vamos a bailar.

QUÉ?

O sea... QUÉ?

Ya estabas esperando que Pedro volviera a desacomodarte las ideas (o acomodartelas, en estos instantes no estabas segura de nada), pero no así. Nunca así.

Qué mierda le pasaba a este pibe hoy? O sea, querías abrazarlo, mimarlo, besarlo... Eso no podía ser una propia reacción tuya.

NO! Te negabas a asumir eso.

JAMÁS.

Todos esto era porque vos estabas medio dormida (sí, incluso después del besazo que te metió abajo del agua), él estaba borracho y porque su relación durante el día rozó varios límites.

OBVIAMENTE era por eso.

No tenía nada que ver con el hecho de que te encantaban sus ojos miel, o el pelo revuelto cuando se levantaba, o esos labios rosados que habías besado más de una vez (y te maldijiste años por ello) y ahora añorabas volver a besar mientras su barba rebelde raspaba (apenas) tu cara, o ese lunar en su cuello que deseabas besar (otra vez?), o el simple hecho de que la remera mojada se pegaba a su torso marcando todos sus músculo definidos que morías por tocar.

Nop, nada de eso.

Ahora, volviendo a nuestro eje.

- Bailar? Qué decís nene? Se te pegan las jodas a estas horas también? - sonreíste irónica y volviste a girar en busca del celular para ver quién había llamado.

- Yo con vos no jodo Paula. - y ya estabas otra vez contra su ancho pecho mientras sus manos se apretabas a tu cintura, que, parece que hoy, habían conocido de memoria. - Bailemos, hablo en serio.

Y como si fuera a propósito, tu celular volvió a sonor. Pedro sonrió, te apretó fuerte contra él y empezó a girar (apenas) por la habitación.

Esta vez, habías (habían) escuchado la canción desde el principio.

Esto no era bueno.

No, no, no.

Volvía a pasar lo mismo. Sabías lo que seguía.

- Heart beats fast
Colors and promises
How do be brave
How can I love when I'm afraid
To fall
But watching you stand alone
All of my doubt
Suddenly goes away somehow.

Una estrofa. Una estrofa que Pedro cantaba por segunda vez en tu oído. Suave, dulce; nada había cambiado.

Una puta estrofa.

Esta vez no. No. No. No.

Con la poca fuerza que tenías (aunque en el estado en el que estaba Pedro, y no lo decías solo por la borrachera, no te hacía falta tanta) te zafaste de Pedro y con lágrimas en los ojos llegaste rápido (como pudiste) antes que Pedro volviera a agarrarte, al celular y atendiste antes que se volviera a cortar.

- Hola?

- Paula!

- Fede? - qué hacía Federico llamándote a estas horas.

- Es Federico? Federicooo, dejá de molestar a Paula que estaba conmigo. - Pedro gritaba mientras vos tratabas de hacerlo callar.

- Pedro está en casa? - preguntó Federico un poco aliviado?

- Sí, llegó hace un rato.

- La puta madre. Gracias a Dios - escuchaste a Fede decir del otro lado de la línea.

- Qué pasó, gordo? - preguntaste esta vez un poco preocupada.

Federico suspiró desee el otro lado de la línea y contestó.

- Lo estoy buscando desde que salió de Parc des Princes. Gracias a Dios que está ahí. - no llegaste si quiera a decir mu, que Fede volvió a hablar. - Ya estoy llegando Pau. Solo tenelo un segundo. Sé que no te gusta pero seguramente está borracho y puede hacer cualquier locura. Bancame 5 minutos que ya llego.

Otra vez con la palabra en la boca, Fede cortó la llamada.

Pasaste la mano por tu cara para tratar de "relajarte". Ja! Claro, pasar la mano por tu cara te va a relajar.

Inhalaste y te volviste hacia Pedro.

Y a este ahora qué le pasa.

La cara de Pedro se había desfigurado por completo y su seño estaba fruncido como si fuera un nene a punto de hacer un berrinche.

Estaba para reventarlo a besos y te morías por hacerlo pero de nuevo las neuronas estaban a mil en tu cabeza y la muralla, gracias a Dios (más o menos) estaba a medio construir. Agradecías a Fede haberte llamado porque un minuto más y había grandes probabilidades de que en este momento Pedro estuviera haciendo con vos lo que quisiera.

- Fede no es gordo, así que supongo que si se lo dijiste es de forma cariñosa, como si fueras... Su novia.

Aaah, pero bueh. Lo que te faltaba.

- Contestame Paula. - y ahora se le da por gritarte y pedirte explicaciones.

-  A ver pibito. Primero, bajame los humos; segundo, no sos quién para pedirme explicaciones; tercero, Federico es casi mi hermano... Ay, sabés... Qué te importa mi vida a vos. No me jodás.

Te giraste para irte hacia el baño. Necesitabas salir de ahí.

- No me hables así, Paula. Y si soy quién para pedirte explicaciones. Sos MI representante. MIA. De nadie más. No te voy a compartir, ni siquiera con mi hermano. Que te quede claro.

Aaaahhh booeeehh.

- Qué te pasa Pedro? Tuya las pelotas.

- MIA!

Silencio.

- Pedro. - escuchaste el grito de Federico que se acercaba a tu habitación.

Gracias Dios.

Fede abrió la puerta y vio cómo Pedro te tomaba fuerte por el ante brazo.

- Qué haces pendejo? Soltá a Paula!

- No! - su mirada clavada en la tuya te estaba sacando.

Tiraste tu brazo de su agarre.

- Llevatelo Fede. Por favor.

- Pau, perdona.

Sonreiste a Fede. El no tenía la culpa, no tenía porqué haber remordimiento en su voz.

- Está todo bien Fede. Solo llevatelo. Si?

- Claro que sí linda. - caminaron hacia la puerta de tu habitación y mientras empujaba a Pedro fuera de ella, Fede dejó un beso en tu frente antes de irse - Descansa gordita, si?

Asentiste sonriendo para luego cerrar la puerta.

Te sentaste en tu cama. Claro no ibas a poder dormir y no por el solo hecho de haber dormido una siesta de casi 10 horas.

Supiraste. Larga noche te esperaba.

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Y aquí el capítulo de hoy.

Chiquibeibis, plischus, necesito que me digas qué les gustaría, que mantenga los nombres de los jugadores de fútbol de los equipos que aparecerán en la novela o que invente nombres nuevos. Necesito saber su opinión para la continuidad de la historia. Si bien aparecerán "jugadores" en los equipos que no existes, quisiera saber si el resto quieren que sean los de verdad.
En el caso de que quieran los de verdad, le daría un aire más real a la historia, si bien no vana tener tanta participación. Además, en este caso, aparecerán personajes como "jugadores" por un hecho de relación con el/la/los protagonistas.
Si quieren personajes ficticios en su totalidad, quizás pierda un poco el impacto la historia.
Es su decisión.
Por favor, dejan su comentario acá, en el blog, seguido de su user de twitter.
Gracias por leer, espero que disfruten el capítulo.

Los quiero.

Nare @nare_pauchaves.

PD: ahí está bien, Fátima querida?

PD 2: Felices 18 Jus. Ya podés ir a la cárcel. Ah.

PD 3: Alguien me explica por qué carajo no dan "Noche y Día" los viernes? Expliquenmelo xq no le encuentro lógica. Necesito a Paula y Vico desnudos en una bed, garchando fuerte.

PD 4: Lean estas hermosas novelas que escriben mis adoradas chiquischulis (menos la de @pedroexist, Candelaria sos una forra de mierda)

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jueves, 15 de enero de 2015

Capítulo doce

Tus ojos estaban abiertos y el agua seguía callendo sobre ustedes.

Bueno, eso hasta que después de que un gruñido saliera de su boca justo sobre la tuya, Pedro mordiera tu labio inferior y tirara de él.

- Ah. - mierda, no tendrías que haberte quej...

Perdiste el hilo de los pensamientos milésima de segundo después; justo cuando la lengua de Pedro invadió tu boca.

Te envolvió.

Caíste. Caíste definitivamente.

Su lengua tocó la tuya y ahí, justo ahí, tus ojos se cerraron. Un jadeo escapó de tu boca. Pedro envolvió sus brazos en tu cintura, te pegó a él.

Chau cabeza.

Chau razón.

Chau conciencia.

Ya no podías. Necesitabas eso, más que cualquier otra cosa lo necesitabas. Qué sabías vos por qué. Pero no era el momento ni lugar para pensar.

Tus manos ya estaban en su cuello y tus dedos se enrredaban en los rulitos que tenía en la nuca. Mientras tanto, su lengua había insuinado a la tuya (y a vos, pero eso no lo ibas a reconocer) que por estos ratos tu lengua buscaba la suya en busca de contacto permanente... Ah sí, también lo aprisionabas contra tu cuerpo.

Se separaron para tomar aire. Como siempre, automáticamente tu cabeza ya te estaba puteando en mil idiomas distintos por haber hecho eso.

- Pedro, qué...

- Chis. Ahora no. - había unido sus frentes - Dios beau, estoy... - alzó la cabeza y con ella su mirada.

Ais, esos ojos miel.

- Estoy feliiiiizzz - te levantó apenas de suelo y empezó a girar con vos en brazos dentro de la ducha.

Reía. De verdad estaba feliz.

En realidad estaba en pedo pero no estabas para pensar en eso en este momento.

- Feliz. Feliz. Feliz. Feliz. Feliz. - seguía girando.

Un carcajada salió de tu boca. Vos también estabas feliz, qué sabías por qué pero así era. Te aferraste fuerte a él escondiendo tu cabeza en su cuello. Tus piernas, como si tuvieran vida propia, se ataron a sus caderas y él volvió a reír.

Levantaste tu cabeza y miraste sus ojos, de a poco los bajaste hasta su boca... Ais, esos labios.

Y como si te leyera el pensamiento, volvió a besarte. Con pasión y desdén. No pusiste impedimento esta vez, no podías. Su lengua volvió a invadir tu boca, buscando, reconociendo. La tuya, tímida, también empezó a hacer su reconocimiento.

El gruñido de Pedro sobre tu boca te descolocaba.

- Beau, porque me hiciste esperar tanto. - dijo entre besos, y vos cada vez entendías menos. Por qué seguía repitiendo eso. En fin, seguro era por el alto nivel de alcohol en sangre que tenía. - Te necesito tanto Paula. Por favor, no me apartes. No lo sigas haciendo. Buscame, provocame, invitame a que me abra a vos. Yo sé que podés sentir lo mismo por mi como yo siento por vos, sólo permitítelo, permitímelo.

Pedro estaba... Estaba llorando. La segunda vez en el día que lo veias mal, y al igual que a la mañana, te partió el alma verlo así.

- Pedro. Chisss, no llores. Mirame. - levantó la cabeza. Sus ojos estaban rojos.

Dios cuánto había tomado.

No sabías qué decirle. Tu cabeza y tu corazón estaban en batalla constante. Desde hace años.

Tantos años ya. Esa mujer lo había cambiado todo.

Lo habías querido todo con él. Todo. Pero te había cagado. En grande. Y como era de esperarse nunca se acordó de vos.

Y otra vez. Recuerdos. Esos recuerdos. Tu cabeza estaba ganando como la dejas ganar desde hace tiempo.

Tus brazos comenzaron a levantarse para empujarlo, apartarlo.

- No! - Pedro gritó y te agarró con fuerza los brazos. - No lo vas a hacer. No hoy. No ahora.

Sus ojos pasaron de llorosos a estar llenos de rabia y furia.

- Pedro ya bas...

Y volvió a unir sus labios con los tuyos. La diferencia era que esta vez no era algo dulce; era agresivo, posesivo. Su lengua invadió tu boca pero, ahora era como si estuviera marcando algo. Marcándote a vos.

- No te voy a dejar Paula. Una vez fue suficiente. - dijo al separarse de tu boca. No entendías nada y los pocos ladrillos que pudiste poner minutos antes a tu muralla que te mantenía alejada de él, se calleron a pedazos con su beso. - UNA SOLA PUTA VEZ ME BASTÓ.

Pedro gritó mientras se movía como loco.

Pero qué mierda le pasaba

- Pedro, mejor va a ser que te vayas. - dijiste tratando de volver a vos.

- No me entendiste no? - preguntó el y te tomó de la muñeca arrastrándote fuera de la ducha hasta la habitación.

Estaban empapados por lo que como pudiste tomaste una toalla que habías dejado en el baño.

- No entendiste que hoy no te voy a dejar ir? No entendiste que hoy te quiero cerca mio? - todo esto lo decía mientras caminaba al rededor del cuarto. Cuando se detuvo, caminó tres zancadas hacia vos y te tomó por las mejillas. Otra vez sus ojos llorosos. - Dejame Paula, por favor dejame.

Súplica. Súplica, que te destruyó todo.

Ibas a dejarlo. Esta noche. Ibas a dejarlo.

Tomaste su cara entre tus manos mientras de a poco la acercabas a la tuya.

Cerca. Tan cerca.

Esta vez lo ibas a hacer vos.

El roce de sus labios era... Era... Suspiraste. Ni vos sabías cómo era, pero necesitabas más, querías más.

Y justo cuando estabas por unir tus labios con los de él...

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Ay ay ay, que malota que soy. Mala, mala. Y me encanta, ME ENCANTA. Sepanlo.

Bueno, esta semana viene complicadita para mi. El domingo pasado viví algo muy feo y los que me conocen lo saben. Mi viejo lo hizo cagar a mi vieja y bueno... Creo q con eso dije todo. Es complicado, todo. Mis papás se separaron en 2011 y dsd ahí todo va mal.
Mi papá (ponele que se le pueda decir así) es la peor mierda que hay, hijo de puta, poco hombre. No solo violento y golpeador, sino que también no pasa la plata que tiene que pasar y los amenaza a mis hermanos para que no hablen ni digan nada de lo que él les dice (valga la redundancia), lo mismo me hizo a mi hasta que decidí dejar de verlo, no lo quiero cerca mio ni de nadie de mi familia; pero desgraciadamente la justicia de este país siempre encuentra a las verdaderas víctimas como victimarios y son pocos los que de verdad están dispuesto a hacer algo.
Lo peor de todo esto es que, desgraciadamente, vivimos en frente xq ahí se encuentra la casa de los padres de mi viejo y mi mamá no tiene la guita como para irnos a otra parte. Esta razón no lleva a tener demasiados miedos tanto a mi mamá, como a mis hermanos y a mi y eso no está bueno. Tmp es que vivimos encerrados xq no se puede vivir con miedo. Si uno tiene miedo no puede vivir, es simple.
Todo esto no lo cuento para dar lástima, ni para q se entere todo el mundo; es solo para que todos sepan lo que se vive, lo que es, que si ustedes viven o conocen a alguien q vive la misma situación tienen que denunciarlo, inciten a que denuncien, no se queden con los brazos cruzados, hagan todo lo que está a su alcance. Mi mamá salió en el noticiero, en el diario de acá de Córdoba, en la radio porque esa es la forma de q se sepa que la gente se anime a hacer lo que tiene que hacer.
Este no fue el peor o el más graves de los casos, pero hay muchos peores y la justicia tmp hace nada.
En fin, espero que todos los q sufren o sufrieron situaciones como estas puedan hacerle frente y salir adelante.

Por otra parte, y volviendo a la nove, espero q disfruten el capítulo y por fis comenten que les parece.

Los quiero.

Nare @nare_pauchaves.

PD: te lo dedico enterito para vos Fátima. Todo tuyo.

PD 2: Gracias a LTDW por bancarme siempre y a "Escritoras, Agos y pyv *carita con corazones en los ojos*" por haber aparecido hace poquito y tmb también estar siempre. Los quiero a todas

PD 3: Lean estas noves, pls:

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jueves, 8 de enero de 2015

Capítulo once

Para cuando terminaste de recordar, te diste cuenta que el agua ya se estaba enfriando por lo que te lavaste la cabeza y el cuerpo rápidamente. Saliste y dejaste vaciar la bañadera. Te envolviste en la toalla, tomaste la crema del estante de mármol y te dirigiste a la habitación. Una vez allí dejaste caer la toalla que cubría tu cuerpo para deslizar la crema que habías botado en tu mano unos minutos atrás. Amabas esa crema por el olor a lavanda que tenía, te refrescaba. Al terminar, te colocaste el conjunto de ropa interior limpio uno short y musculosa de diario (porque no e contrabas tu piyama) y te metiste en la cama. Eran recién las tres de la tarde y hambre no tenías. Necesitabas descansar.

Ya en la cama, tomaste tu libro de la mesa de noche. Leer era uno de tus pasatiempos favoritos, sobretodo cuando se trataban de historias de amor.

Vos no eras ilusa, sabías que el hombre perfecto no existía pero esperabas algún día encontrar a alguien que te amara tal y como eras. Tampoco es que estabas muy apurada, pero en fin, sólo querías lo que cualquier mujer quiere; o no?

Abriste el libro en la página donde habías quedado la última vez y continuaste la lectura. La historia trataba sobre una decoradora de interiores que se enamoraba de su cliente: una estrella del baseball. Habías llegado a la parte del primer encuentro sexual entra ambos. La verdad era que la tensión sexual se notaba desde el principio del libro pero ahora el fuego los había quemado por completo.

Leías y leías, sin darte cuenta que te encontrabas pensando en Pedro y su encuentro de hoy en vestidores.

Ah. Un gemido escapó de tu boca. No te lo podías creer.

Estabas excitada desde las cabeza a los pies y no era solo por el libro. Eras virgen, no estúpida. Sabías del tema pero no esperabas ponerte así por un recuerdo... CON PEDRO.

Tus ojos continuaban la lectura mientras dejabas que el recuerdo de Pedro golpeado sus cadera contra las tuyas te invadiera la mente.

Una de las manos con la que sostenías el libro cae hacia el costado de tu cuerpo. Estabas extaciada. Tu mirada bajaba por los renglones del libro captando los lujosos detalles del encuentro erótico entra ambos amantes.

La mujer jadeaba incontrolablemente.

Como vos.

Gemía.

Como vos.

Y gritaba mientras su amante acariciaba su sexo con los dedos.

Como v...

QUÉ CARAJO!

Tu mano estaba en tu entrepierna... Dentro del short de piyama... CON TUS DEDOS ACARICIANDO TU INTIMIDAD POR ENCIMA DE LAS BRAGAS MOJADAS.

QUÉ MIERDA!

Cerraste el libro con impaciencia y lo dejaste sobre la mesita de noche. Nunca habías hecho algo así. Jamás. Y no ibas a empezar ahora. Y menos que menos pensando en Pedro.

Nunca. Jamás. Never.

No entendías qué te pasaba. No podías procesar nada. Tu corazón estaba acelerado y tu día se había basado en Pedro, tan simple como eso.

No podías ni ibas a caer en su juego. Era un hijo de puta. Una mierda de persona. Qué carajo pasaba por tu cabeza cuando lo pensabas como hombre (y ahora, acá, y entre nos, no era la primera vez que lo hacías).

De pronto una angustia llenó tu pecho. Estabas llorando, de nuevo.

Eras sencible, sí; pero por primera vez no entendías por qué llorabas y empezabas a entender a Federico cuando se burla de vos diciéndote que lloras por todo sin sentido. Sin embargo, tu corazón se oprimía contra tu tórax.

Aahh!

Lo detestabas. Te ponía los nervios de punta.

Así como si nada, estabas acostada en tu cama, llorando e insultando a Pedro.

- No tenés derecho a hacerme nada de esto, Pedro. Nada. Prometí que pasara lo que pasara no iba a caer en tus engatuzadas. - practicamente gritabas a la almohada. - Iba bien. Llevaba un año. Un año y no me habías ni respirado cerca (bueno, salvo esa vez que tomó el pedo de la década más o menos), pero hoy como si nada me tenías queriéndote entre mis piernas. Estás tirando mi barrera Pedro y no puedo dejar que lo hagas. No sabiendo lo que hiciste. No sabiendo lo que podés hacerme.

Llanto desconsolador te ocupó completamente. Esto estaba fuera de todos los límites de coherencia.

No querías confesar que Pedro te atraía físicamente. Mucho. Cuando eras chica lo habías visto en los programas de deportes y solías decir que era tu novio, pero no solo por lo físico. Todo te gustaba de él. Su personalidad, sus ojos, como se preocupaba por todos...

Pero qué mierda pensás, Paula?

Agradeciste haberte cruzado con esa mujer hace unos años atrás y que te abriera los ojos. Nada es como creemos. La verdad duele, sí, pero al fin y al cabo es la verdad.

Continuaste llorando por un rato largo y al parecer te quedaste dormida porque cuando abriste los ojos nuevamente, observaste las luces de París desde tu ventana, todas encendidas. Era el mejor espectáculo en la ciudad (o por lo menos para vos).

PAM. PAM. PAM.

Y eso?

PAM. PAM. PAM.

Pero qué...?

PAM. PAM. PAM.

- Paula. Paula. Abrí la puerta. Sé que estás adentro.

Pedro!

Tu corazón se aceleró.

- Paula. - lo escuchabas gritar desde el otro lado de la puerta.

Tu cabeza estaba a mil y tu corazón... Tu corazón. No sabías si latía demasiado rápido o directamente no lo hacía.

- Paula. Se il vous plaît, beau.

Te quedate sin respirar. Cuando hablaba en francés te podía. Siempre fue así, desde el día cero.

Ya no entendías nada. Vos no te entendías a vos misma. Tampoco entendías qué hacía Pedro tocando tu puerta a las... Doce... Doce de la noche. Parece que estabas cansada, porque dormiste un poquito.

Volviendo a Pedro... Pedro. Estaba justo frente a vos.

Pero qué...

Vos, parada como estúpida frente a la puerta abierta de "tu" habitación. Alto! Vos habías abierto la puerta. No sabías en qué momento, pero...

- Pau... - Pedro estaba dentro de tu habitación. Sí, dentro... Con la puerta cerrada y acorralándote contra ella mientras te abrazaba.

Qué...

- Pau... Dónde estabas? Dónde estabas? Por qué no estabas conmigo? - Pedro hablaba en tu oído y vos ni te mosqueabas. Estabas a punto de abrazarlo, pero reaccionaste.

El sueño. Sí, es eso. Todavía no me espabilé del todo.

Estaba borracho. Este chico tiene algo de agarrarse la con vos cada vez que se pone en pedo.

- Pedro rajá de acá y andá a ducharte para sacarte el olor a alcohol que tenés en el cuerpo. - ya estabas ofuscada y lo querías lejos tuyo (más o menos).

- Beau, ne lâche pas. - susurró sollozando en tu oído. Suspiraste y lo abrazaste, fuerte.

Necesitaba eso (vos también).

El día había hecho algo con vos. No podías verlo así. Querías al Pedro tarado e infumable de siempre.

Tu barrera se desarmaba de a ladrillos. No podías dejar que pasara. Pero tampoco ibas a dejarlo así.

- A ver Pedro, vení. - quisiste apartarte de él.

- Ne lâche pas. - te apretó más fuerte contra sí.

- Vamos Pedro. - pero no te soltó.

Querías llevarlo a la ducha y meterlo bajo el agua fría para que se le fuera el pedo que tenía, pero el hombre tenía que colaborar.

- Pedro, acompañame, dale. - usaste un tono más suave. - Dale, Prince de Paris. - articulaste suave en francés.

Él te miró unos segundos y te soltó. Querías volver a abrazarlo.

Lo dirigiste hasta el cuarto de baño y lo dejaste apoyado en el marco de la puerta mientras abrías el grifo de agua fría.

Te acercaste para tomarlo de los brazos y llevarlo al agua. Se dejó.

Bien. Capaz ahora te la hacía fácil.

- Metete ahí, Pedro.

- Pero está fría, beau.

- Adentro. - lo miraste a los ojos. Se miraron.

Ahora con la luz del cuarto de baño podías verlo bien. Tenía todo su pelo revuelto y la ropa desalineada. La expresión de su rostro... Aahh... Era un hermoso rostro. Así todo despeinadito. Sus ojos miel.

Ay, Paula!

Sacudiste la cabeza y volviste a mirarlo. Su mirada seguía fija en vos.

- Vamos, Pedro. Adentro. - y volviste a señalar la ducha.

Te miró unos segundos más.

- Como quieras, beau.

Antes de que siquieras lagaras todo el aire de tus pulmones estabas empapada bajo la helada ducha.

Pedro te miraba sonriente y vos hervías de furia.

- Sos un pelotudo nene. Qué haces? Pero quién te pensás qué s...

Te perdiste. Completa y totalmente. Sí. Justo en el momento en que sus labios se estamparon contra los tuyos.

-----

Y sí. Sí. Sí. Al fin! Bueno, más o menos, todavía no sabemos si es un sueño de alguno de los dos o qué. :O.

Espero que disfruten del capítulo de hoy. Medio tarde.

Gracias por leer y espero sus comentarios porfas.

Linda noche para todos, los quiero.

Nare @nare_pauchaves

PD 1: No sé si te dedico este capítulo Fátima. Es demasiado (caritas que ya sabés) como para dedicartelo. Demasiado bueno. Así que no sé.

PD 2: Read these, pls

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lunes, 5 de enero de 2015

Capítulo diez

Facundo.

Cinco años habían pasado ya y vos pensabas que ya era un capítulo cerrado de tu vida. Cinco años pasaron desde que todo dentro de vos cambió. Tanto tu carrera como tu vida personal se habían visto destruídas completamente por este hombre que se había hecho llamar tu amigo, tu hermano. Le habías dado toda tu amistad. Habías confiado en él pero se había encargado de destruirlo todo.

Pensaste que ya era un capítulo cerrado de tu vida. Que ya había quedado atrás, pero parace que la mierda de destino (como muchos decían) se iba a encargar de que tu pasado te persiguiera hasta la tumba.

- Vamos amigo, no me vas a dar un abrazo?

Y antes de que pudieras hecer algo, sus putas manos estaban abrazándote.

- No vuelvas a tocarme, hijo de puta. Te quedó claro? - susurraste cuando el falso abrazo de tu ex amigo se hizo efectivo.

- Sin resentimientos Pepin. - respondió soltando una risa en tu oido.

Te safaste del abrazo. Tu compostura y autocontrol se habían ido por completo. La ira te consumía. Miraste a Facundo con asco y con muchas ganas de reventarle su cara a tompadas. Sin embargo, te moviste de su lado y saliste hecho una furia de la conferencia. Si quiera te molestaste en buscar el camino por donde habías venido, te abriste paso entre los periodistas y te fuiste pegando un portazo.

Antes de que llegaras a dar el décimo paso, escuchaste a Federico gritarte desde atrás (supusiste que Paula iba detrás suyo), pero hiciste caso omiso a cualquier palabra que haya salido de su boca o de la de Paula (que creíste haber escuchado en un momento). Ni siquiera intentaste que tu cerebro las procesara.

Llegaste a tu auto y con la mente nublada como la tenías aceleraste abandonando el club. Siempre que pasaban cosas como estas ibas a un solo lugar, sin embargo desde la ultima vez que viniste mucho tiempo había pasado.

...

Te subiste al auto con Fede y lo escuchaste putear en mil idiomas (más o menos). No entendías qué pasaba. La reacción de Pedro te descolocó sumado a que todavía no tenías bien acomodadas las ideas después del episodio del baño.

- Pau te voy a dejar en casa, si? - te preguntó Federico, pero sabías que más que una pregunta era un aviso.

- Está bien. Pero, qué le pasó a tu hermano? Sabés lo que me va a costar convencer a la prensa de que lo que pasó no fue nada, no? - y sí, estabas molestas.

- Lo sé, gorda. - suspiró Fede. - Todo culpa de ese hijo de puta.

Esta vez gruñó con furia.

- Quién? Facundo? Pero si el pobre no hizo nada. Además en qué le afecta a Pedro?

- Pau, es complicado, si? Mi hermano es un jodido hijo de puta y no lo digo por ofender a mi madre. Pero él y Facundo tienen historia y... Mirá Pau, no soy quien para contarte esto. - hizo silencio. - Bajate y descansá, que vos tuviste un día bastante movidito.

Miraste por la ventanilla. Habían llegado a la casa de Pedro. La verdad es que Federico tenía razón. Necesitaba relajarte y enfriar tu cabeza. Así, no preguntaste más nada, le diste a Fede un beso en la mejilla y bajaste del auto caminando hacia la casa.

Entraste en la casa donde habías pasado la mayor parte de tu tiempo en el último año y fuiste directo a "tu" habitación. Lo bueno de que Pedro Alfonso derrochara tanto dinero en cosas completamente innecesarias era que tenías una hermosa y espaciosa habitación para desconectarte, relajarte y pensar. El cuarto que te había dado Federico el día que tuviste que instalarte acá era el que más encajaba con vos. Era uno de los pocos espacios de la "mansión Alfonso" que no estaba acaparado puramente de tecnología, que no era hueco y vacío, sino todo lo contrario.
Había una gran pared azul cielo justo en frente del vental que actuaba como pared opuesta. El mismo ofrecía una vista alucinante de la ciudad, ya que como la casa se encontraba hacia las afueras de París, podías ver todo desde tu habitación (sí, incluída la Torre Eiffel), así como también del balcón al que podías acceder corriendo una puerta del gran ventanal. La cabecera de tu cama estaba apoyada sobre la pared azul lo que te encantaba porque no solo podías observar el hermoso paisaje parisino como primera y última vista del día, sino también porque las luces nocturnas iluminaban la pared azul cielo que reflejaba distintas tonalidades en el techo blanco del cuarto. Para muchos es una estupidez, pero a vos te encanta te daba paz.

Hacia la derecha de la cama (tamaño king, sí); revestida de sábanas de satén blancas, un cubre somier en tonque mezclaba el gris y el hueso, el cual a su vez permitía que los almohadones verdes claros y blancos de encajes tuvieran una perfecta armonía; terminaba el ventanal con una pequeña curbatura y divisabas la puerta del baño (obviamente cada habitación contaba con su baño privado, cosa que agradecías de sobremanera). Hacia la izquierda se ubicaba el ropero y un pequeño "living room" por llamarlo de alguna manera con un sillón en tono hueso y en forma de un cuarto de círculo encabezado en cada punta por dos puff (uno de cada lado) en marrón claro (ponele). En frente de los sillones (y como era de esperar), colgaba de la pared blanca un TV... Y bueno, ya saben. Ahora necesitabas... Ni vos sabés qué necesitás.

Tu día había dado asco. Tenías (según vos) mucho que analizar, pero antes requerías (vos, tu cuerpo y tu mente) un baño que eliminara toda la mugre del día (y no te referías a la suciedad explícita). Te dirigiste al baño y llenaste la bañera de agua. Mientras se llenaba, buscaste un conjunto de ropa interior limpio y el juego de toallas. Luego te quitaste el jean, la camisa, las sandalias, hasta quedar completamente desnuda. Regresaste, cerraste la canilla y te sumergiste en el agua tibia. Tus ojos se cerraron.

Pedro.

Automáticamente, volviste a abrirlos.

Por primera vez en el día te diste cuenta que desde que fuiste a despertarlo esta mañana no habías podido dejar de pensar en él.

Era ilógico. Llevabas un año trabajando con él y nunca había pasado nada similar a lo de hoy... Bueno... Más o menos.

Flashback.

El equipo había perdido 2-4 contra el Chelsea, pero Pedro estuvo raro durante todo el día. En el partido no había rendido y al terminar se fue directamente a su DBS sin saludar ni hablar con nadie, lo que era raro porque con tal de "quedar bien" hacía lo que fuera. En un primer momento no supiste qué lo puso tan susceptible y luego supusiste que fue el hecho de jugar contra su antiguo club, pero... COME ON... Todos sabían que Pedro dejó el club en cuanto le ofrecieron unos cuantos miles de euros.

Sin embargo, lo habías visto mirar durante largos ratos a uno de los jugadores del otro equipo y viceversa. No se dirigieron palabra alguna pero si se miraban bastante seguido. Además de que a los 10 minutos que el otro jugador entró, Pedro finjió (porque después lo viste caminar perfectamente) una lesión de rodilla y pidió que lo sacaran de la cancha.

Te sorprendió por el hecho que nunca abandonaba un partido pasara lo que pasase.

En fin, lo habías visto subirse a su Aston Martin y salir de ahí sin nada más. Vos, te habías ido a la casa en tu Ford ya que Fede se había ido de viaje por una semana. Sin él te sentías bastante sola, pero también te gustaba pasar tiempo en tu companía.

Cuando llegaste, te preparaste un sándwich de pan árabe tostado, bacon, queso chedar, tomate cherrie, lechuga y jamón que habías dorado en la sartén. Cómo deseabas poder dedicarte a lo que tanto te gustaba. Tener tu cocina, tu restaurant o por lo menos trabajar en uno. Siempre que podías cocinabas, aunque sea para vos.

Terminaste tu cena (porque sí, el partido había sido de noche, como casi todos) y te dirigiste a la cama. Te quitaste la ropa para metete en la ducha. Un baño rápido, pensaste.

Una vez limpia y con tu short ositos con una remera a juego que conformaban tu piyama te metiste en la cama. Sí, amabas ese piyama. Fede fue el único que te había visto con él y se rió tanto que le hiciste prometer que no le diría nada a nadie, menos a Pedro.

Miraste el reloj. Las dos.

Estabas a punto de dormirte cuando sentiste un fuerte ruido en la planta baja. A pesar de tu TERROR (literal), bajaste a ver qué pasaba. Al poner un pie en el último escalón de la escalera sentiste que alguien te tomaba de brazo y tapaba tu boca.

Tu corazón estaba en tu boca y no era solo una expresión.

- Sh! Soy yo! - escuchaste su voz ronca y casi perdida.

- Pedro?

Te dio la vuelta y soltó sobre tu cara un simple...

- Sí.

- Qué haces estúpido? Sos un pelotudo, mirá la hora que es! - le gritaste de repente.

- Shh, mi cabeza Paula. - y sí, ahí te diste cuenta que estaba completamente en pedo.

- Encima estás en pedo, nene. Mañana tenés entrenamiento Pedro. Qué pensás que haces?

Hasta ese momento no te habías dado cuenta que el tenía sujeta tu cintura y te estaba apretando contra él. Así como tampoco te percataste del hecho de que el estaba caminado con vos pegada a su cuerpo. Ibas hacia atrás hasta que sentiste tus piernas chocar con el sillón lo que provocó que cayeras automáticamente en él y Pedro encima tuyo.

- Salí Pedro. Quiero ir a dormir.

- Shh, te busqué tanto Pau. - él nunca te decía "Pau", ni siquiera en aquel tiempo.

- Qué decís nene? Dejame. - trataste de empujarlo con tus manos pero te diste cuenta que fue un error, por dos razones. La primera, porque era más pesado y fuerte que vos. La segunda, porque en cuanto tocaste su fornido pecho a través de la remera se te pusieron los pelos de puta, un escalofrío te atravesó por completo concentrándose en tus pezones que se eractaron como si nada. El que Pedro aún te sujetara de la cintura y levantara tu cadera para pegarte más a él, no ayudaba mucho.

Su cabeza se inclinó y sus labios rozaron los tuyos. Dejaste de respirar.

- Tendrías que haber aparecido antes, Paula. Por qué no apareciste antes? - preguntó levantando un poco la cabeza. Lo sentías en su voz. Estaba buscando algún tipo de explicación pero no sabías a qué, porque él no podía referirse a lo que vos creías

- Si hubieras llegado antes, esto sería distinto. - y su cabeza volvió a bajar, pero esta vez hasta el hueco de tu cuello donde dejó un beso.

Querías más. Ahora no solo eran tus pezones, tu entrepierna también.

- Sería distinto - susurró apenas. Y cuando pensaste que tu control y cordura se iban al carajo sentiste su respiración serenarse y su cabeza así como su cuerpo, caer como peso muerto sobre vos.

Se durmió!

No te lo podías creer, aunque en el fondo lo agradecías (y más en el fondo tu cuerpo lo puteaba con todo su ser). Saliste como pudiste de bajo suyo. Una vez parada te quedate mirándolo en la oscuridad con la poca luz que entraba por la ventana. Lo acomodaste un poco sobre el sillón y lo tapaste con su campera.

No querías pensar en nada. Así que lo dejaste ahí y te dirigiste a tu habitación nuevamente.

Fin flashback.

-----

Bueno, aquí estoy de nuevo. Perdón por no subir en estos dos días pero la inspiración se me había cortado :/. No me salía nada y no sabía como poner por escrito lo que pensaba. En fin, no es "guuuaauu ÉL capítulo" pero es lo que salió.

Espero que disfruten leyendo la.novela tanto como yo disfruto escribirla; así que les pido porfís que comenten. Me gusta cuando me ponen qué les gusta y qué no. Please.

Bueno eso y tengan buena noche.

Los quiero.

Nare @nare_pauchaves.

PD 1: Acá tenés en capítulo Fátima. Te iba a dedicar el próximo q es más (corazón corazón corazón, carita perver x5, lengua, brazo mostrando músculo, manito cerrada, carita prever), pero ahora te cagas.

PD 2: Remember read this *flechita hacia abajo*

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domingo, 4 de enero de 2015

Capítulo nueve

Te separaraste de Pedro justo a tiempo para la entrada de Federico en el vestuario.

- Pedro? Qué mierda hac...

- Te dije que iba a buscarla.

- Y yo no sé para qué mierda te dejé. Sabía que la ibas a hacer llorar otra vez. Sos un hijo de puta. - Federico se acercó a Pedro con su puño en alto.

Vos estabas en trance desde que tu cuerpo y el de Pedro dejaron de estar en contacto (aunque, tenés tus dudas sobre el hecho de que lo hayas estado mientras estaban pegados en uno al otro). No entendías qué carajo te había pasado (a vos, a él, a tu cuerpo, al de él, a tus hormonas y... bueno, creo que se entendió).

Tu mente había quedado en completo blanco (bueno, blanco contrastado con el dorado del pecho de Pedro que estuvo pegado a tu cara durante los minutos antes que Federico llegara)

En el momento que escuchaste el grito de Pedro saliste de tu trance, justo para ver cómo el puño de Federico impactaba en la cara de Pedro. Tenías que parar eso.

- Fede! Pará! Él no me hizo nada! - gritaste justo antes qprometésrcer golpe fuera a parar a la boca de Pedro

- Sólo vino a disculparse. - continuase.

- Pero... Por qué lloras? - Fede te miraba con preocupación.

- Fueron los recuerdos, nomás. - Federico torció el gesto.

- Me lo prometés?

Un día ibas a reventar a ese chico de un abrazo. Lo querías tanto.

- Te lo prometo. - sonreiste como respuesta y su gesto se transformó en una inmensa sonrisa.

- Te creo. Ahora vamos. - dijo tomándote de la mano mientras te guiaba fuera del vestuario. - Y vos, - giró y señaló a Pedro. - Movete que ya estás casi una hora tarde para conferencia.

Terminó de articular la última palabra y ya estabas camino a salón que utilizaban en el club para actos como estos. Pedro se había quedado parado viendote salir de la habitación con tu hermano y no llegaste a observar si siquiera se había inmutado para abandonar el cuarto.

Fede seguía con su mano sobre la tuya y te guiaba con su cara un poco más relajada. Vos, si bien tratabas de mantener tu expresión facial inmutable, tu cabeza iba a mil. Sabías que con Pedro se debían una charla de lo que había sucedido pero para ser completamente sincera con vos, preferías no tenerla o evitarla el mayor tiempo posible.

...

Qué carajo...

Habías quedado... Ni siquiera vos sabías cómo habías quedado. Lo que pasó con Paula... AAAHHH! El momento en que tus caderas golpearon justo su entre pierna...

Te quedaste sin aire. El solo hecho de recordar la situación vivida, la reacción de Paula... Habían gemido, jadeado y vos, o tu masculinidad mejor dicho se habían alterado hasta niveles que no pensaste alcanzar.

Miraste hacia abajo. Tu pantalón seguía pareciendo el campamento de los exploradores. Dolía. Dolía, mucho pero desgraciadamente por unas horas no podías hacer nada para descargar eso. Tenías que bajar eso de alguna forma... rápido.

Respiraste ondo y cerraste lo ojos.

Inhalo.

Tenías que poner tu mente en blanco.

Exhalo.

Mente en blanco.

Inhalo.

Mente en... Paula.

Ah! Exhalo.

Mierda.

Inhalo.

Su cuerpo. Joder.

Exhalo.

Sus gemidos. Puta madre.

Inhalo.

Su boca. Hijo de puta.

Exhalo.

MENTE EN BLANCO.

Abriste los ojos y miraste tu entre pierna. Todo seguía igual (sino, peor).

No podías seguir acá. Tenías la bendita conferencia de prensa. Si ibas ahora y la terminabas rápido podrías encargarte luego de este temita.

Exhalate (esta vez con los ojos abiertos).

Saliste del vestuario y emprendiste rumbo al salón que daría lugar a la conferencia de prensa o como lo quieran llamar.

Es tu camino, sólo pensaste en Paula y cómo carajo iba a seguir su relación luego de esto. Te había matado verla llorar. Verla tan mal.

Te puteaste mil veces por ser tan estúpido y dejar que tu "sed de venganza" te cegara y te hiciera hacer estupideces. No podías verla como la viste. Preferías a la Paula combativa, con la que discutías y peleabas todo el tiempo (o a la Paula que vez con Federico, la que regala sorisas y miradas de cariño, que habías visto abrazar a tu hermano en más de una ocación; querías eso con ella también).

Sacudiste la cabeza. Tenías que centrarte en esto y terminarlo rápido.

Llegaste al salón y automáticamente las cámaras te enfocaron, así también la mirada de las decenas de periodistas que estaban ahí. Sin embargo, necesitaba encontrarla, aunque sea con la mirada. Y eso no es algo de ahora, siempre que hacías cosas como estas necesitabas mirarla primero, eso te daba seguridad y (no sabés por qué) te llenaba por dentro... Wau, eso nunca lo habías pensado.

- Sentate ahí y empezá a hablar, querés? - te diste la vuelta, saliendo de tu trance y viste al director del club con su típica cara de orto mirándote fijamente.

Le dedicaste una falsa sonrisa y procediste a sentarte en la silla frente a la mesa llena de micrófonos detrás de la cual había, como mínimo, 50 periodistas esperando a que hablaras.

Inclinaste tu silla para atrás y recuperaste tu postura habitual.

- Y bien? Quién empieza? - pregunaste.

Sin preámbulos, la primera pregunta apareció.

- Pedro, por qué tardaste en llegar?

Clic. Otra vez.

Volviste a buscar a Paula con ma mirada. Tu actitud de "ganador" o lo que sea que adoptabas como forma de actuar en esos momentos , se estaba llendo a la mierda. Necesitabas verla.

Tu desesperación aumentaba, hasta que la viste en un rincón con Federico. No ibas a entrara en detalles de lo que pesabas de su relación justo ahora. Solo necesitabas localizarla.

Volviste la cabeza a la periodista que te había preguntado y sonreiste de costado.

- Te importa mi itinerario, bombón? Si es por eso no te preocupes que seguro algún lugar para a vos debo tener. - la mujer se puso cuasi bordó, sin embargo continuó.

- Todos los aquí presentes sabemos que tiene lugar para cuquier mujer que se quiera acostar con usted, Señor Alfonso. Mi pregunta se debía al hecho de que llevamos acá más de una hora esperando.

No esperabas eso.

- Solo estaba higienizando mi cuerpo para venir presentable a hablar con ustedes, cuando salí de mi cama no tuve tiempo, muñeca, y sé que ninguno acá quería verme con el aspecto de recién levantado.

La mujer rodó los ojos hacia arriba y se volvió a sentar.

A continuación, varios periodistas te hicieron preguntas en relación al torneo de la "Ligue 1" y a la Champions. La verdad es que no te caían mal ninguno de ellos, con algunos hasta tenías un grado de confianza de personas casi amigas, dirías. Además amabas hablar de tu pasión, de tu vida, de tu sueños. Eso es el football para vos. Aunque sabés donde está tu verdadero amor en esta carrera y el hecho de haberlo dejado te dolía muchísimo.

En fin, preguntaron sobre algunas donaciones que habías hecho, las cuales hacías de verdad desde el fondo de tu corazón. Tenés tus razones para hacerlo y no sólo por prensa o por mantener una imagen.

Luego de preguntar algunas cosas banales más, un periodista preguntó por aquella razón por la que estabas ahí.

- Bien Pedro, todos sabemos que estamos aquí, principalmente, para saber qué camiseta usará el mejor en el próximo mundial.

Te removiste un poco en la silla, no por la pregunta, sino por el hecho de que se dirijieran a vos como el mejor del mundo. Vos no eras ese. Te faltaban años luz para serlo; para alcanzar a Maradona o Messi o Pelé. No te gustaba el hecho que te miraran como si fueras alguien mejor. Vos querías ser un tipo que hacía lo que le gusta.

- Y bien?

Voliste al mundo y viste que todos te miraban esperando respuesta.

- Pedro, con quién jugarás? Alemania, Francia o Argentina?

- Ustedes qué piensan? - respondiste/preguntaste.

El mismo periodista te respondió.

- En mi opinión, Alemania. Fue el gran ganador del año pasado y cuenta con gran equipo a nivel táctico, estratégico y desarrollo individual.

Sonreiste. No tenía idea.

- Y ustedes? Piensan igual?

La mayoría asintió, otros apostaron por Francia por el hecho que jugabas allí.

No entendían nada.

- Bien, pues... Creo que los colores celeste y blanco van más conmigo, por lo que supongo que jugaré con la camiseta de Argentina.

Todos se quedaron sorprendidos por la respuesta. Incluso Paula, en quien divisaste un brillo especial en sus ojos.

No entendían nada.

Lo único que soñabas desde pequeño era tener esa camiseta puesta meter tantos goles con ella puesta como fuerza tuvieras en el cuerpo. Pudiste crecer en otros países. Vivir en otros, pero Argentina era TU país, tu hogar. Y no podías pensar tener puesta otra camiseta que no fuera esa.

- En serio? - Preguntó un hombre entrado un poco en años que se levantó de su silla con una mirada llena de emoción. Lo conocías! Era periodista argentino. Uno de los mejores. Y lo sabías porque de chico habías admirado su trabajo por su respeto y dedicación.

Sentiste una presión en el pecho y tus ojos medios vidriosos.

- En serio. - respondiste mirando a aquel hombre.

- Tengo otra pregunta más, Pedro. - giraste la cabeza y miraste nuevamente al periodista que te venía prácticamente entravistando.

- Decime.

- Qué pensas de la nueva incorporación a la línea de ataque del París?

Qué? Pará! Nueva incorporación? Eso no lo sabías.

- Disculpame, pero no estaba enterado. Pero seguramente ha de ser una gran elección si los directivos han decidido incorporarlo. - no sabías qué más decir.

- Pero seguro que lo conoces como para que nos des una opinión más personal con respecto a él.

- Si me dices quién es... - bien, este muchacho podría ser la excepción a la regla de que todos los periodistas te caían bien.

- Claro. - respondió - Es...

- Soy yo!

Reconocías esa voz. Más que bien.

Tu pecho se cerró y no querías voltear por qué sabés a quién vas a encontrar.

- Supongo que de mi si podés dar una opinión más personal o no, amigo?

Giraste. Era él. Qué mierda hace acá? Con que te garcara una vez no era suficiente? Te iba a perseguir siempre?

Su sonrisa pedante estaba estampada en su cara y darías lo que fuera por borrarsela.

- Dale Pedro, no seas antipático y dame un abrazo. Hace mucho que no nos vemos.

Te guardaste la bronca y odio con todas tus fuerzas para luego hablar.

- Cómo estás Facundo?

-----

Qué habrá pasado entre Pedro y Facundo? Por qué Pedro dice que dejó su "verdadero amor en esta carrera"? Tendrá Facundo que ver algo? Quedará Paula metida entre estos dos hombre?

Chan, chan, chaaaaaaaan!

Ya lo sé, me aman. Soy lo más. Ah.
Para que sepan el apellido de Fancundo es Pieres por si les interesaba. Digo nomás.

Bueno como siempre comenten pls, no se ortiven. Ah. No eu, las quiero.

Gracias por leer.

Sofia te dedico este capítulo piba. Te mereces todo lo que pasaste, todo lo que viviste. Sos increíble y sabé que la vida devuelve lo que das. Te destesto mucho, pero bue.

PD: Acuerdense de leer estas noves tan geniales.

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martes, 30 de diciembre de 2014

Capítulo ocho

El forcecejo que habías dejado de lado unos minutos atrás se hizo presente. Peleabas contra el agarre de Pedro pero él no te soltaba, solo repetía una y otra vez que te calmaras

Quién mierda se cree?

- Ya "redimiste" tu "corazón agobiado". - la ira había vuelto y te estaba consumiendo por completo. - Alguien nos vio, verdad? Algún fotógrafo o paparazzi nos vio, no es cierto? Y claro como el señorito tiene que mantener la imagen frente a su público hizo su acting de correr desesperado a consolar a la mujer llorando, no?

Gritaste y lloraste pero esta vez el llanto tenía un 50% de bronca.

- Te aviso que acá no entran los paparazzi a no ser que vengan a la conferencia de prensa así que podés acabarla con tu acting de nene arrepentido pidiendo perdón. - habías conseguido zafarte de su agarre y estabas dando vueltas por todo el cuarto mientras le gritabas.

La bronca estaba siendo opacada por el dolor de nuevo y el llanto se iba a volver a transformar en el que te deja débil y expuesta.

NO QUERÍAS. NO.

Bajaste la mirada tres segundo para recobrar compostura.

DEMASIADO TIEMPO.

Pedro te había vuelto a agarrar e intentaba calmarte.

JA!

Volviste a forcejear y a pegarle (como desde que lo viste), mientras él seguía intentando sujetarte como antes.

Sin embargo, esta vez no se limitó a solo agarrarte contra sí. En un abrir y cerrar de ojos estabas pegada a una de las paredes blancas del vestuario con su cuerpo (literalmente) sobre el tuyo.

- Ya basta! - gritó y vos por acto reflejo (o no? No lo sabés) quedaste quieta y muda. - Basta. Acabala de una vez Paula.

Su respiración agitada, debido al forcejeo que tenían hasta recién, chocaba con tu boca y sus ojos miel te miraban fijamente. Pero no con odio, bronca o sobrándote (como de costumbre). En ellos había fiereza mezclado con súplica (y ahora la perdida, definitivamente, eras vos).

- Perdón. Yo... De verdad... Yo... - sus manos sostenían las tuyas contra la pared. Sus caderas estaban pegadas a las tuyas (y no pudiste notar ese contacto hasta que tu cabeza se calmó... sólo un poco). Su tórax subía con rapidez (al igual que el tuyo) chocando y provocando un roce constante.

La voz de Pedro había salido casi como un gruñido al decir las palabras anteriores, luego de las cuales bajó un poco su cabeza.

Puteaste por dentro el que lo haya hecho porque cuando levantó la mirada sus ojos terminaron de ablandarte por completo. Este era uno de esos momentos donde tu cerebrito es opacado por los impulsos del resto de tu cuerpo.

Sus ojos estaban casi marrones cuando volvieron a enfocarse en vos... Definitivamente tu razón estaba enterrada en el décimo tercer subsuelo de tu mente, porque un escalofrío te recorrió de pies a cabeza en el momento que se pegó más a vos (si eso era posible) y su boca quedó a centímetros de la tuya. Era la tercera vez en el día que estaban así y en cada nueva situación mayor era el esfuerzo que tenías que hacer para no pensar en cómo besaría, cómo se sentirían sus labios sobre los tuyos.

- Yo no lo hubiera hecho, Pau. - susurró con voz ronca.

Agradeciste (más o menos) porque ya tu inconsciente (digamos) te estaba jugando una mala pasada. Pero... Por qué sus voz salió de su boca con ese tono. Sólo hizo que no pudieras protestar, ni insultarlo, ni siquiera cruzó por tu cabeza el hecho de moverte de donde estabas (aunque todos sabíamos que si él se lo proponía podría retenerte ahí todo lo que quisiese... sus músculos desgraciadamente no están de adorno).

- No lo sabía. - continuó y supiste que Federico le tuvo que haber dicho el por qué de tu reacción.

Tendiste a moverte.

- Podés parar? - dijo. Sus caderas volvieron a empujar las tuyas para retenerte. Sin embargo el pequeño roce te nubló la vista (por no decir todos los sentidos). - No me lo dijiste. No lo sabía. Nunca lo hubiera hecho, Pau. Te lo prometo. Nunca. - dijo en un tono aún más bajo.

Podías ver el brillo de sinceridad en sus ojos. Sinceridad pura. Nunca lo viste así en lo que va del año (y creés, en ninguna de las veces que viste fotos en los periódicos o en algún programa de espectáculo, de los pocos que había en París).

- Te creo. - y lo hacías; no sabés por qué, pero lo hacías.

De reprente, no hubo palabras. Sólo sus respiraciones un poco aceleradas pero no encontrabas justificativo para eso.

Pedro te miraba. Vos lo mirabas.

Un pequeño tirón o contracción de tu cuerpo (de esas que suceden de la nada) provocó un mínimo movimiento en vos y él por/como reacción golpeó sus caderas contra las tuyas una vez más.

En el punto justo.

Jadeaste. Jadeó.

Mierda!

MIERDA!

Sus miradas seguían conectadas pero los ojos de Pedro ardían. El leve tono miel se tornó marrón oscuro.

Giró las caderas sobre las tuyas.

Jadeaste. Jadeó.

MIERDA.

Otra vez pensaste.

Y en ese instante quisiste reaccionar porque esto estaba mal... Para el culo. Sí! Quisite!  Porque ni bien tu cabeza inició con ello otro giro de cadera te quitó la poca razón y aire que tenías.

Jadeó.

Pegado a tu oído.

Jadeaste.

Su mano apoyada en la pared.

Sus ojos, y los tuyos... Igual que hace 5 minutos.

Un giro más.

- AH! - gemido. No sabías de dónde salió hasta que te diste cuenta que fue de tu propia boca.

Lo sentiste. Justo en el punto donde se unen tus piernas.

Su erección estaba clavada justo ahí y te quitaba todas las fuerzas que podías llegar a tener.

- Pedro... - y no sabías qué más decir. Querías/necesitabas que sus caderas se movieran otra vez.

- Así? - giró y empujó hacia adelante.

- AH! - estabas exitada. Mucho. Podías sentir cómo tus bragas estaban empapadas y...

Giro. Empuje.

- AH! - tus brazos subieron a sus hombros. Necesitabas sostenerte de algo antes que tus piernas perdieran toda su fuerza.

- AH! - levantaste la mirada que habías bajado hace unos segundos y lo miraste. Esta vez el gemido fue suyo.

Otra vez.

Giro. Empuje.

Giro. Empuje.

Giro. Empuje.

La presión entre tus piernas te estaba destrozando. Estabas a punto de alcanzar el clímax y no se habían ni tocado.

No podía pasarte esto a vos... Con él. No! Pero... Ah... Se sentía... Ah... Tan bien... Ah.

- Pedro!

Pero ese no había salido de tu boca...

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Ya sé! Todos esperaban q se re dieran, pero como soy mala... Muajajajaja.

Espero que disfruten la nove. Comente pls.

Los quiero.

Nare @nare_pauchaves

Lean estas noves que están geniales.

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